Baterías de quinonas, posible forma para almacenar energía

[box_light]Últimamente el uso de energías renovables tales como el sol o el viento han estado dando bastante que hablar. Con toda la problemática que posee el uso de energías contaminantes como las termoeléctricas o la problemática ambiental que suponen las hidroeléctricas, ya podemos notar que hace falta una solución que no afecte al medio ambiente y que nos pueda suplir del suministro eléctrico que necesitamos para nuestro día a día.[/box_light]

El recolectar energía desde el sol o a través del viento no es el principal dilema, sino que el hecho de no tener una solución económica y eficientemente factible para almacenar dicha energía, esto debido a que estas dos formas de recolectar energía no son continuas, esto quiere decir que (obviamente) no siempre tendremos sol para alimentar los paneles solares y no siempre habrá viento para mover las aspas que producen electricidad.

Todo esto podría cambiar gracias a la inclusión de un nuevo método para almacenar energía, el cual sería posible gracias a moléculas de quinonas. Las quinonas son pigmentos orgánicos presentes naturalmente en plantas, hongos, bacterias e incluso (algunas) se encuentran en animales.

Las baterías de flujo permiten separar potencia máxima y capacidad de almacenamiento en las baterías

Hasta ahora las baterías que tenemos presentes en nuestro día a día tienen un costo de producción demasiado caro para almacenamiento de tipo industrial, esto debido, entre otras cosas, a que no es posible separar la potencia máxima de la batería y la capacidad de almacenamiento. ¿Qué significa esto? Pues significa que si necesitamos almacenar un megavatio de energía durante 50 horas, con la tecnología actual necesitaríamos una batería de 50 megavatios de potencia. Este método es mucho más costoso si tenemos en cuenta que sería necesaria solamente la potencia de un megavatio en una batería que hiciera la separación antes comentada.

La solución presente para este problema son las baterías de flujo, sin embargo hasta ahora también presentaban problemas de precios, debido a que los materiales necesarios son muy escasos o metales preciosos, muy costosos para ser una solución viable.

Esto hizo a los científicos e investigadores de Harvard ahondar en variantes que fueran baratas y abundantes en nuestro sistema, llegando a las quinonas.

Según los investigadores:

Con las moléculas orgánicas se abre un nuevo abanico de posibilidades, algunas serán terribles y otras realmente buenas y con las quinonas ya hemos encontrado las primeras que parecen realmente buenas.

Por el momento esperan tener un prototipo comercial funcional dentro de 3 años, el cual tendría el mismo tamaño que un remolque para transportar un caballo y que podría almacenar la suficiente energía para abastecer a todo un edificio que esté dotado con placas solares.

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